¿Va todo bien?
¿Cuál piensas que podría ser, en tu opinión, el estereotipo de una persona humilde? Lo que me viene a la mente, de primeras, es alguien amable, con una forma de vestir modesta, y con una sonrisa tímida. Esta persona probablemente no sobresalga especialmente en ningún área, y además, cuando alguien quiere hacerle un cumplido, se siente verdaderamente incómoda. ¿Estabas tú también pensando en alguien así? =)
Si este es el modelo de lo que una persona humilde debería ser, podríamos preguntarnos: “Entonces, para poder llegar a ser humilde, ¿tengo que renunciar a mis sueños y conformarme con una vida mediocre?”.
Esa fue más o menos la conclusión a la que llegué cuando tenía 12 años. Era el mejor estudiante de mi clase, y siempre me esforzaba por dar lo mejor de mí en todos los trabajos que entregaba. Sin embargo, tras reflexionar en el tema de la humildad, vino a mi mente la idea de que tenía que dejar de destacar tanto, y empecé a hacer mis tareas con menos calidad.
Tal fue así que, un día, la profesora me llamó y me preguntó: “¿Va todo bien, Christian? Últimamente he visto que tus trabajos son mucho peores que lo que hacías antes...”. Esa situación realmente me tocó, y me hizo pensar.
La Biblia dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23). Pensaba que, al hacerme menos visible, iba a ser más agradable a Dios. ¡No me daba cuenta de que, a través de mi trabajo bien hecho, estaba ya dando gloria a Dios, y que estaba siendo fiel con lo que Él me había dado! Ese pensamiento erróneo casi me lleva a convertirme en una persona que no soy.
Querido/a amigo/a, Dios quiere que brilles en todo lo que haces. Y no hay nada que te haga brillar más que dar lo mejor de ti al Señor, y hacerlo con un corazón que reconoce tu dependencia de Él. Eso es lo que hacía Jesús, y Él era verdaderamente humilde.
Sí, la humildad no es cuestión de apariencias, sino de identidad. Este es uno de mis temas favoritos. ¡No puedo esperar a hablar contigo al respecto en el mensaje de mañana! ;)
¡Eres un Milagro!
#Dia3
#Plan
#planHumildad7claves
#paraser
#perfectamente
#humildes
¿Cuál piensas que podría ser, en tu opinión, el estereotipo de una persona humilde? Lo que me viene a la mente, de primeras, es alguien amable, con una forma de vestir modesta, y con una sonrisa tímida. Esta persona probablemente no sobresalga especialmente en ningún área, y además, cuando alguien quiere hacerle un cumplido, se siente verdaderamente incómoda. ¿Estabas tú también pensando en alguien así? =)
Si este es el modelo de lo que una persona humilde debería ser, podríamos preguntarnos: “Entonces, para poder llegar a ser humilde, ¿tengo que renunciar a mis sueños y conformarme con una vida mediocre?”.
Esa fue más o menos la conclusión a la que llegué cuando tenía 12 años. Era el mejor estudiante de mi clase, y siempre me esforzaba por dar lo mejor de mí en todos los trabajos que entregaba. Sin embargo, tras reflexionar en el tema de la humildad, vino a mi mente la idea de que tenía que dejar de destacar tanto, y empecé a hacer mis tareas con menos calidad.
Tal fue así que, un día, la profesora me llamó y me preguntó: “¿Va todo bien, Christian? Últimamente he visto que tus trabajos son mucho peores que lo que hacías antes...”. Esa situación realmente me tocó, y me hizo pensar.
La Biblia dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23). Pensaba que, al hacerme menos visible, iba a ser más agradable a Dios. ¡No me daba cuenta de que, a través de mi trabajo bien hecho, estaba ya dando gloria a Dios, y que estaba siendo fiel con lo que Él me había dado! Ese pensamiento erróneo casi me lleva a convertirme en una persona que no soy.
Querido/a amigo/a, Dios quiere que brilles en todo lo que haces. Y no hay nada que te haga brillar más que dar lo mejor de ti al Señor, y hacerlo con un corazón que reconoce tu dependencia de Él. Eso es lo que hacía Jesús, y Él era verdaderamente humilde.
Sí, la humildad no es cuestión de apariencias, sino de identidad. Este es uno de mis temas favoritos. ¡No puedo esperar a hablar contigo al respecto en el mensaje de mañana! ;)
¡Eres un Milagro!
#Dia3
#Plan
#planHumildad7claves
#paraser
#perfectamente
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1 Juan 1:7
Pero, si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.
Pero, si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.
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Buenas Noches
Que tengas un lindo
descanso
ISAIAS-10!
¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía,
para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos!
¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra gloria?
Sin mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira.
Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles.
Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas.
Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos reyes?
¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco?
Como halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria;
como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos?
Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos.
Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados;
y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase.
¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño!
Por esto el Señor, Jehová de los ejércitos, enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de su gloria encenderá una hoguera como ardor de fuego.
Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos.
La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en derrota.
Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los pueda contar.
Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel.
El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte.
Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia.
Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra.
Por tanto el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sion, no temas de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de Egipto;
mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo, para destrucción de ellos.
Y levantará Jehová de los ejércitos azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar como hizo por la vía de Egipto.
Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.
Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmas contará su ejército.
Pasaron el vado; se alojaron en Geba; Ramá tembló; Gabaa de Saúl huyó.
Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecilla Anatot.
Madmena se alborotó; los moradores de Gebim huyen.
Aún vendrá día cuando reposará en Nob; alzará su mano al monte de la hija de Sion, al collado de Jerusalén.
Que tengas un lindo
descanso
ISAIAS-10!
¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía,
para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos!
¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra gloria?
Sin mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira.
Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles.
Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas.
Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos reyes?
¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco?
Como halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria;
como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos?
Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos.
Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados;
y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase.
¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño!
Por esto el Señor, Jehová de los ejércitos, enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de su gloria encenderá una hoguera como ardor de fuego.
Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos.
La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en derrota.
Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los pueda contar.
Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel.
El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte.
Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia.
Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra.
Por tanto el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sion, no temas de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de Egipto;
mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo, para destrucción de ellos.
Y levantará Jehová de los ejércitos azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar como hizo por la vía de Egipto.
Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.
Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmas contará su ejército.
Pasaron el vado; se alojaron en Geba; Ramá tembló; Gabaa de Saúl huyó.
Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecilla Anatot.
Madmena se alborotó; los moradores de Gebim huyen.
Aún vendrá día cuando reposará en Nob; alzará su mano al monte de la hija de Sion, al collado de Jerusalén.
He aquí el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con violencia, y los árboles de gran altura serán cortados, y los altos serán humillados.
Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con estruendo.
Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con estruendo.
ೋ❀❀ೋ═══ • 𝐒𝐀𝐁𝐈𝐃𝐔𝐑𝐈́𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐓𝐔 𝐀𝐋𝐌𝐀 ⚓ • ═══ೋ❀❀ೋ
𝙲𝚘́𝚖𝚘 𝚙𝚘𝚗𝚎𝚛𝚕𝚎 𝚏𝚒𝚗 𝚊𝚕 𝚓𝚞𝚎𝚐𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚌𝚞𝚕𝚙𝚊.
✍🏼
"𝐘 𝐦𝐚𝐧𝐢𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐨𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐧𝐞, 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐧: 𝐚𝐝𝐮𝐥𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨, 𝐟𝐨𝐫𝐧𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧, 𝐢𝐧𝐦𝐮𝐧𝐝𝐢𝐜𝐢𝐚, 𝐥𝐚𝐬𝐜𝐢𝐯𝐢𝐚, 𝐢𝐝𝐨𝐥𝐚𝐭𝐫𝐢́𝐚, 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐢𝐜𝐞𝐫𝐢́𝐚𝐬, 𝐞𝐧𝐞𝐦𝐢𝐬𝐭𝐚𝐝𝐞𝐬, 𝐩𝐥𝐞𝐢𝐭𝐨𝐬, 𝐜𝐞𝐥𝐨𝐬, 𝐢𝐫𝐚𝐬, 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐞𝐧𝐝𝐚𝐬, 𝐝𝐢𝐬𝐞𝐧𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬, 𝐡𝐞𝐫𝐞𝐣𝐢́𝐚𝐬,
𝐆𝐚́𝐥𝐚𝐭𝐚𝐬 𝟓:𝟏𝟗-𝟐𝟎"
Hay algo en nuestra naturaleza humana que se resiste a ser controlado por otros. Aunque
en apariencia podemos someternos a la autoridad, es posible que no aceptemos la obediencia en nuestros corazones. Por dentro, podemos estar actuando como el niño que es disciplinado por uno de sus padres: obedece la orden de sentarse, pero al mismo tiempo piensa: ¡Por dentro sigo de pie!
Esta es la actitud que conduce a las obras de la carne descritas por Pablo en el pasaje de hoy. Aunque no tenemos ningún poder para controlar lo que otros hagan o digan, tenemos al Espíritu Santo que puede gobernar nuestra manera de reaccionar. Con frecuencia tratamos de culpar a otra persona por nuestras acciones. Las justificamos diciendo: “¡Es que me hizo enojar!”. Cuando en realidad, somos nosotros quienes elegimos estar enojados, con o sin razón.
Cada vez que alguien nos lastime o frustre, podemos decidir si vamos a reaccionar de manera cristiana o mundana. No importa cuánto tratemos de culpar a otros, el Señor no es engañado por nuestra maniobra. Él ve el corazón. Cada uno de nosotros es responsable ante Él por nuestras acciones.
Podemos pensar que el juego de la culpa nos hace quedar mejor, pero Dios no puede ser engañado. Los seguidores de Cristo están llamados a sembrar la paz, y a producir el fruto espiritual de amor, gozo y benignidad (Gálatas 5.22-23). Si estamos aferrándonos a la culpa, lo único que está creciendo es la “maleza” emocional que nos separa de Dios. Las respuestas que Él desea son el perdón cuando seamos heridos, y el arrepentimiento cuando hayamos pecado contra otra persona.
Cómo ponerle fin al juego de la culpa
Gálatas 5.19-25
Hay algo en nuestra naturaleza humana que se resiste a ser controlado por otros. Aunque
en apariencia podemos someternos a la autoridad, es posible que no aceptemos la obediencia en nuestros corazones. Por dentro, podemos estar actuando como el niño que es disciplinado por uno de sus padres: obedece la orden de sentarse, pero al mismo tiempo piensa: ¡Por dentro sigo de pie!
Esta es la actitud que conduce a las obras de la carne descritas por Pablo en el pasaje de hoy. Aunque no tenemos ningún poder para controlar lo que otros hagan o digan, tenemos al Espíritu Santo que puede gobernar nuestra manera de reaccionar. Con frecuencia tratamos de culpar a otra persona por nuestras acciones. Las justificamos diciendo: “¡Es que me hizo enojar!”. Cuando en realidad, somos nosotros quienes elegimos estar enojados, con o sin razón.
Cada vez que alguien nos lastime o frustre, podemos decidir si vamos a reaccionar de manera cristiana o mundana. No importa cuánto tratemos de culpar a otros, el Señor no es engañado por nuestra maniobra. Él ve el corazón. Cada uno de nosotros es responsable ante Él por nuestras acciones.
Podemos pensar que el juego de la culpa nos hace quedar mejor, pero Dios no puede ser engañado. Los seguidores de Cristo están llamados a sembrar la paz, y a producir el fruto espiritual de amor, gozo y benignidad (Gálatas 5.22-23). Si estamos aferrándonos a la culpa, lo único que está creciendo es la “maleza” emocional que nos separa de Dios. Las respuestas que Él desea son el perdón cuando seamos heridos, y el arrepentimiento cuando hayamos pecado contra otra persona.
ೋ❀❀ೋ═══ •𝕭𝖊𝖓𝖉𝖊𝖈𝖎𝖉𝖔 𝖉𝖎́𝖆 🙏• ═══ೋ❀❀ೋ
𝙲𝚘́𝚖𝚘 𝚙𝚘𝚗𝚎𝚛𝚕𝚎 𝚏𝚒𝚗 𝚊𝚕 𝚓𝚞𝚎𝚐𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚌𝚞𝚕𝚙𝚊.
✍🏼
"𝐘 𝐦𝐚𝐧𝐢𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐨𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐧𝐞, 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐧: 𝐚𝐝𝐮𝐥𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨, 𝐟𝐨𝐫𝐧𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧, 𝐢𝐧𝐦𝐮𝐧𝐝𝐢𝐜𝐢𝐚, 𝐥𝐚𝐬𝐜𝐢𝐯𝐢𝐚, 𝐢𝐝𝐨𝐥𝐚𝐭𝐫𝐢́𝐚, 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐢𝐜𝐞𝐫𝐢́𝐚𝐬, 𝐞𝐧𝐞𝐦𝐢𝐬𝐭𝐚𝐝𝐞𝐬, 𝐩𝐥𝐞𝐢𝐭𝐨𝐬, 𝐜𝐞𝐥𝐨𝐬, 𝐢𝐫𝐚𝐬, 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐞𝐧𝐝𝐚𝐬, 𝐝𝐢𝐬𝐞𝐧𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬, 𝐡𝐞𝐫𝐞𝐣𝐢́𝐚𝐬,
𝐆𝐚́𝐥𝐚𝐭𝐚𝐬 𝟓:𝟏𝟗-𝟐𝟎"
Hay algo en nuestra naturaleza humana que se resiste a ser controlado por otros. Aunque
en apariencia podemos someternos a la autoridad, es posible que no aceptemos la obediencia en nuestros corazones. Por dentro, podemos estar actuando como el niño que es disciplinado por uno de sus padres: obedece la orden de sentarse, pero al mismo tiempo piensa: ¡Por dentro sigo de pie!
Esta es la actitud que conduce a las obras de la carne descritas por Pablo en el pasaje de hoy. Aunque no tenemos ningún poder para controlar lo que otros hagan o digan, tenemos al Espíritu Santo que puede gobernar nuestra manera de reaccionar. Con frecuencia tratamos de culpar a otra persona por nuestras acciones. Las justificamos diciendo: “¡Es que me hizo enojar!”. Cuando en realidad, somos nosotros quienes elegimos estar enojados, con o sin razón.
Cada vez que alguien nos lastime o frustre, podemos decidir si vamos a reaccionar de manera cristiana o mundana. No importa cuánto tratemos de culpar a otros, el Señor no es engañado por nuestra maniobra. Él ve el corazón. Cada uno de nosotros es responsable ante Él por nuestras acciones.
Podemos pensar que el juego de la culpa nos hace quedar mejor, pero Dios no puede ser engañado. Los seguidores de Cristo están llamados a sembrar la paz, y a producir el fruto espiritual de amor, gozo y benignidad (Gálatas 5.22-23). Si estamos aferrándonos a la culpa, lo único que está creciendo es la “maleza” emocional que nos separa de Dios. Las respuestas que Él desea son el perdón cuando seamos heridos, y el arrepentimiento cuando hayamos pecado contra otra persona.
Cómo ponerle fin al juego de la culpa
Gálatas 5.19-25
Hay algo en nuestra naturaleza humana que se resiste a ser controlado por otros. Aunque
en apariencia podemos someternos a la autoridad, es posible que no aceptemos la obediencia en nuestros corazones. Por dentro, podemos estar actuando como el niño que es disciplinado por uno de sus padres: obedece la orden de sentarse, pero al mismo tiempo piensa: ¡Por dentro sigo de pie!
Esta es la actitud que conduce a las obras de la carne descritas por Pablo en el pasaje de hoy. Aunque no tenemos ningún poder para controlar lo que otros hagan o digan, tenemos al Espíritu Santo que puede gobernar nuestra manera de reaccionar. Con frecuencia tratamos de culpar a otra persona por nuestras acciones. Las justificamos diciendo: “¡Es que me hizo enojar!”. Cuando en realidad, somos nosotros quienes elegimos estar enojados, con o sin razón.
Cada vez que alguien nos lastime o frustre, podemos decidir si vamos a reaccionar de manera cristiana o mundana. No importa cuánto tratemos de culpar a otros, el Señor no es engañado por nuestra maniobra. Él ve el corazón. Cada uno de nosotros es responsable ante Él por nuestras acciones.
Podemos pensar que el juego de la culpa nos hace quedar mejor, pero Dios no puede ser engañado. Los seguidores de Cristo están llamados a sembrar la paz, y a producir el fruto espiritual de amor, gozo y benignidad (Gálatas 5.22-23). Si estamos aferrándonos a la culpa, lo único que está creciendo es la “maleza” emocional que nos separa de Dios. Las respuestas que Él desea son el perdón cuando seamos heridos, y el arrepentimiento cuando hayamos pecado contra otra persona.
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Nadie puede servir a dos señores, porque odiará a uno y amará al otro, o será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas." — Mateo 6:24 (NVI)
Reflexión cristiana:
Vivimos en un mundo que mide el valor de una persona por lo que tiene, no por lo que es. Desde pequeños nos enseñan que “el dinero abre puertas”, y aunque eso puede ser verdad en ciertos aspectos, también es cierto que si no somos sabios, el dinero puede cerrar otras puertas más valiosas: las del alma, la paz y la comunión con Dios.
Jesús no está en contra de que tengamos recursos. De hecho, en la Palabra vemos cómo Dios bendice a muchos con abundancia. El problema no está en el dinero, sino en lo que el dinero puede llegar a ocupar en nuestro corazón. Cuando se vuelve nuestro amo, nuestro motivador, nuestra seguridad… dejamos de ver a Dios como nuestro proveedor y comenzamos a vivir esclavizados.
Hoy muchos corren, se agotan, se pierden por querer más, y lo hacen creyendo que así serán más felices. Pero cuántos con más dinero están vacíos, cuántos con éxito viven con ansiedad, cuántos que lo tienen "todo" no duermen en paz. El alma no se llena con billetes, sino con propósito.
La invitación de Jesús es clara: no puedes servir a Dios y al dinero. Uno te pide fe; el otro, control. Uno te ofrece eternidad; el otro, solo apariencia. ¿A cuál estás escuchando más? Que nunca olvides que lo que eres en Cristo vale más que todo lo que puedas comprar.
Oración:
Señor, gracias por recordarme que lo más valioso no se compra. Hoy me detengo a pensar en cuántas veces he puesto mi confianza en lo material, en mis planes, en mis esfuerzos. Y reconozco que a veces, sin darme cuenta, me dejo llevar por la idea de que el dinero me dará seguridad.
Pero no quiero vivir así. No quiero ser esclavo de lo que tengo ni perderme en la búsqueda de lo que no necesito. Yo quiero vivir para Ti, depender de Ti, y que mi mayor riqueza sea tu presencia en mi vida.
Enséñame a ser responsable con lo que me das, a administrar bien, pero también a soltar. A tener el corazón libre para darte el primer lugar, incluso cuando el mundo me diga que acumule, que invierta, que no me detenga. Ayúdame a recordar que todo lo que tengo viene de Ti, y que mi mayor tesoro es conocerte y vivir conforme a tu voluntad.
Gracias, Señor, por ser mi proveedor, por cuidar de mí aun cuando no lo merezco. Te entrego mis prioridades, mis anhelos, mis metas… y te pido que me enseñes a caminar con los ojos puestos en el cielo, no en las riquezas pasajeras.
Amén.
Aplicación práctica:
Revisa tus motivaciones: Pregúntate sinceramente por qué deseas más dinero. ¿Es para glorificar a Dios o para sentirte más seguro?
Haz una pausa semanal: Aparta un momento cada semana para agradecer por lo que ya tienes, y pídele a Dios contentamiento.
Sé generoso intencionalmente: Dona, ayuda, comparte. La generosidad rompe las cadenas del materialismo.
Ora antes de cada decisión financiera: Entrena tu corazón para depender de Dios, no de tu cuenta bancaria.
Cuida tu lenguaje: Habla más de fe y propósito que de números y posesiones.
No estás llamado a tenerlo todo, sino a tener a Dios. Y cuando lo tienes a Él, lo demás se acomoda. El dinero puede ayudarte a comprar muchas cosas, pero nunca podrá comprarte una conciencia tranquila, una familia unida, una amistad sincera o una vida con propósito. No cambies lo eterno por lo momentáneo. Hoy, vuelve a centrar tu mirada en quien verdaderamente llena el alma: Jesús.
Reflexión cristiana:
Vivimos en un mundo que mide el valor de una persona por lo que tiene, no por lo que es. Desde pequeños nos enseñan que “el dinero abre puertas”, y aunque eso puede ser verdad en ciertos aspectos, también es cierto que si no somos sabios, el dinero puede cerrar otras puertas más valiosas: las del alma, la paz y la comunión con Dios.
Jesús no está en contra de que tengamos recursos. De hecho, en la Palabra vemos cómo Dios bendice a muchos con abundancia. El problema no está en el dinero, sino en lo que el dinero puede llegar a ocupar en nuestro corazón. Cuando se vuelve nuestro amo, nuestro motivador, nuestra seguridad… dejamos de ver a Dios como nuestro proveedor y comenzamos a vivir esclavizados.
Hoy muchos corren, se agotan, se pierden por querer más, y lo hacen creyendo que así serán más felices. Pero cuántos con más dinero están vacíos, cuántos con éxito viven con ansiedad, cuántos que lo tienen "todo" no duermen en paz. El alma no se llena con billetes, sino con propósito.
La invitación de Jesús es clara: no puedes servir a Dios y al dinero. Uno te pide fe; el otro, control. Uno te ofrece eternidad; el otro, solo apariencia. ¿A cuál estás escuchando más? Que nunca olvides que lo que eres en Cristo vale más que todo lo que puedas comprar.
Oración:
Señor, gracias por recordarme que lo más valioso no se compra. Hoy me detengo a pensar en cuántas veces he puesto mi confianza en lo material, en mis planes, en mis esfuerzos. Y reconozco que a veces, sin darme cuenta, me dejo llevar por la idea de que el dinero me dará seguridad.
Pero no quiero vivir así. No quiero ser esclavo de lo que tengo ni perderme en la búsqueda de lo que no necesito. Yo quiero vivir para Ti, depender de Ti, y que mi mayor riqueza sea tu presencia en mi vida.
Enséñame a ser responsable con lo que me das, a administrar bien, pero también a soltar. A tener el corazón libre para darte el primer lugar, incluso cuando el mundo me diga que acumule, que invierta, que no me detenga. Ayúdame a recordar que todo lo que tengo viene de Ti, y que mi mayor tesoro es conocerte y vivir conforme a tu voluntad.
Gracias, Señor, por ser mi proveedor, por cuidar de mí aun cuando no lo merezco. Te entrego mis prioridades, mis anhelos, mis metas… y te pido que me enseñes a caminar con los ojos puestos en el cielo, no en las riquezas pasajeras.
Amén.
Aplicación práctica:
Revisa tus motivaciones: Pregúntate sinceramente por qué deseas más dinero. ¿Es para glorificar a Dios o para sentirte más seguro?
Haz una pausa semanal: Aparta un momento cada semana para agradecer por lo que ya tienes, y pídele a Dios contentamiento.
Sé generoso intencionalmente: Dona, ayuda, comparte. La generosidad rompe las cadenas del materialismo.
Ora antes de cada decisión financiera: Entrena tu corazón para depender de Dios, no de tu cuenta bancaria.
Cuida tu lenguaje: Habla más de fe y propósito que de números y posesiones.
No estás llamado a tenerlo todo, sino a tener a Dios. Y cuando lo tienes a Él, lo demás se acomoda. El dinero puede ayudarte a comprar muchas cosas, pero nunca podrá comprarte una conciencia tranquila, una familia unida, una amistad sincera o una vida con propósito. No cambies lo eterno por lo momentáneo. Hoy, vuelve a centrar tu mirada en quien verdaderamente llena el alma: Jesús.
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No tengas miedo, ni te desanimes, porque el Señor estará a tu lado dondequiera que vayas, en cada paso que des, en cada situación de tu vida. Aunque no lo veas, Él estará contigo y te acompañará siempre❤️````✨Josué 1:5`
_Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida. Así como estuve con Moisés, estaré contigo. No te dejaré ni te abandonaré.✨_
`✨Mateo 28:20`
_Y he aquí, Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.✨_
*Dios les bendiga ✨*
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“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,”
ROMANOS 3:23 RVR1960
“La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa.”
PROVERBIOS 19:11 RVR1960
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.”
EFESIOS 5:1-2 RVR1960
#Dia2
#perdon
#rencor
#planDelectura
#theGrudge
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ROMANOS 3:23 RVR1960
“La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa.”
PROVERBIOS 19:11 RVR1960
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.”
EFESIOS 5:1-2 RVR1960
#Dia2
#perdon
#rencor
#planDelectura
#theGrudge
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Perdonando ofensas
¿Alguna vez te has llegado a frustrar por gente que no presta atención en el tráfico y te hace meter el freno de golpe? Me ha pasado sin duda. Después de voltear mis ojos y un comentario posiblemente mordaz, hasta pude haber deseado un ticket de infracción para él.
¿Por qué permitimos que cosas tan triviales gobiernen nuestros días? ¿Por qué nos ofendemos tan fácilmente por las acciones de otros?
Es posible que nos identifiquemos mucho con el tener la razón. Piensa en el ejemplo del tráfico. Quizá piensas: Jamás le cortaría el paso a alguien, porque soy excelente conductor.
Esencialmente, nos enojamos porque asumimos que somos mejor persona que el mal conductor. Muy rápidamente olvidamos que estamos en el mismo bote: el bote imperfecto. Carecemos de la perfección de Dios.
Podríamos incluso asumir que otros están tratando de herirnos intencionalmente. Nos hacemos opiniones negativas instantáneas basados en esta suposición hiriente. Los sentimientos están hechos para indicar, no para mandar. Reconócelos, pero luego enfócate en los hechos.
Aquí hay tres formas de ayudarte a evitar ofenderte fácilmente.
1. Dale a la gente el beneficio de la duda. Proverbios 19:11 nos da la sabiduría para pasar por alto la ofensa. La gente no siempre está buscando herirte. Así que, si quieres asumir, sólo asume que no buscan herirte. Quizá están respondiendo a daño real y al estrés de sus vidas. Tú y yo tal vez hemos dicho cosas ofensivas que no quisimos decir, y probablemente la gente nos ha mostrado gracia. Seamos recíprocos con eso. Una persona con una fe madura se abstendrá de hacer suposiciones y escogerá más bien otorgar el beneficio de la duda.
2. Aligera la situación. Cuando nos ofendemos, asumimos que la otra persona nos tenía en su mente. Eso, mi amigo, se llama arrogancia. Hay altas probabilidades de que no estabas siquiera en la ecuación cuando dijeron o hicieron lo que te ofendió. Aligera la situación al no creerte el centro del mundo, y dejando ir la ofensa más rápido de lo que te pueda sobrecargar.
3. Salte del precipicio. Cuando sientes que la ofensa escala, pregúntate: ¿Por qué me molesta esto? ¿Importará en un día o en una semana? Debemos ir a la raíz del porqué estamos tan enojados. Lo único que ganamos al estar ofendidos es un caos interno.
Recuerda: Nadie puede hacerte sentir ofendido. ¿Dirá la gente cosas devastadoras que hará difícil que te mantengas sin ofenderte? Sí, ¿pero podemos detenerlos? No.
No podemos escoger sus acciones, pero podemos escoger cómo respondemos, como soltando o creando límites para situaciones que muestran ser repetitivamente dolorosas. Entonces, podemos escoger darle a la gente el beneficio de la duda y salirnos de situaciones cuando las ofensas comienzan a escalar.
-Cindy, aprendiendo a no ofenderse
Oración Padre, ayúdame a caminar en la libertad de no ofenderme. Que pueda mostrar generosamente a la gente Tu gracia así como Tú me la has mostrado. En el nombre de Jesús, amén.
¿Alguna vez te has llegado a frustrar por gente que no presta atención en el tráfico y te hace meter el freno de golpe? Me ha pasado sin duda. Después de voltear mis ojos y un comentario posiblemente mordaz, hasta pude haber deseado un ticket de infracción para él.
¿Por qué permitimos que cosas tan triviales gobiernen nuestros días? ¿Por qué nos ofendemos tan fácilmente por las acciones de otros?
Es posible que nos identifiquemos mucho con el tener la razón. Piensa en el ejemplo del tráfico. Quizá piensas: Jamás le cortaría el paso a alguien, porque soy excelente conductor.
Esencialmente, nos enojamos porque asumimos que somos mejor persona que el mal conductor. Muy rápidamente olvidamos que estamos en el mismo bote: el bote imperfecto. Carecemos de la perfección de Dios.
Podríamos incluso asumir que otros están tratando de herirnos intencionalmente. Nos hacemos opiniones negativas instantáneas basados en esta suposición hiriente. Los sentimientos están hechos para indicar, no para mandar. Reconócelos, pero luego enfócate en los hechos.
Aquí hay tres formas de ayudarte a evitar ofenderte fácilmente.
1. Dale a la gente el beneficio de la duda. Proverbios 19:11 nos da la sabiduría para pasar por alto la ofensa. La gente no siempre está buscando herirte. Así que, si quieres asumir, sólo asume que no buscan herirte. Quizá están respondiendo a daño real y al estrés de sus vidas. Tú y yo tal vez hemos dicho cosas ofensivas que no quisimos decir, y probablemente la gente nos ha mostrado gracia. Seamos recíprocos con eso. Una persona con una fe madura se abstendrá de hacer suposiciones y escogerá más bien otorgar el beneficio de la duda.
2. Aligera la situación. Cuando nos ofendemos, asumimos que la otra persona nos tenía en su mente. Eso, mi amigo, se llama arrogancia. Hay altas probabilidades de que no estabas siquiera en la ecuación cuando dijeron o hicieron lo que te ofendió. Aligera la situación al no creerte el centro del mundo, y dejando ir la ofensa más rápido de lo que te pueda sobrecargar.
3. Salte del precipicio. Cuando sientes que la ofensa escala, pregúntate: ¿Por qué me molesta esto? ¿Importará en un día o en una semana? Debemos ir a la raíz del porqué estamos tan enojados. Lo único que ganamos al estar ofendidos es un caos interno.
Recuerda: Nadie puede hacerte sentir ofendido. ¿Dirá la gente cosas devastadoras que hará difícil que te mantengas sin ofenderte? Sí, ¿pero podemos detenerlos? No.
No podemos escoger sus acciones, pero podemos escoger cómo respondemos, como soltando o creando límites para situaciones que muestran ser repetitivamente dolorosas. Entonces, podemos escoger darle a la gente el beneficio de la duda y salirnos de situaciones cuando las ofensas comienzan a escalar.
-Cindy, aprendiendo a no ofenderse
Oración Padre, ayúdame a caminar en la libertad de no ofenderme. Que pueda mostrar generosamente a la gente Tu gracia así como Tú me la has mostrado. En el nombre de Jesús, amén.
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