Hoy cumplo 46 años. Y hoy, renazco. ✨
La misma edad en la que mi madre dejó este mundo.
La misma edad en la que mi padre se convirtió en un río detenido.
He caminado hasta aquí con sus huellas tatuadas en mi piel,
con sus historias latiendo en mi corazón,
y con la sombra de este número susurrándome como un presagio.
Por años temí este umbral.
Me pregunté si mi luz también se apagaría,
si mi destino estaba escrito en la sangre que heredé.
Pero hoy, al abrir los ojos, la verdad me abraza:
El cielo me regala un día más.
La vida me ha traído hasta este instante sagrado,
y en este instante, elijo florecer.
Respiro.
Y en cada respiro siento a mi madre, a mi padre, a mis ancestros.
Soy su voz que aún canta.
Soy su corazón que sigue latiendo en la tierra.
Hoy los nombro con gratitud:
Gracias mamá, papá. Gracias por cada lección que vuestra vida me dejó.
Hoy celebro a mis hijos: sus risas, sus manos, su amor que me despierta cada día.
Celebro también a mi familia, la de sangre y la que ha llegado después,
un lazo tejido con amor, tiempo y elecciones del corazón.
Celebro al gran amor que regresó, que me mira con asombro y me recuerda quién soy.
Celebro los sueños que he convertido en realidad,
cada paso valiente, cada acto que transformo en vida.
Celebro a quienes me rodean: las manos amigas, los animales que me acompañan,
el sol que me ilumina cada mañana y los ancestros que me guían.
A los 46 no me apago: renazco.
Renazco con la ternura de quien sabe que cada día es un milagro.
Renazco con la gratitud de quien entiende que nada está garantizado,
y por eso, todo es un regalo.
Hoy me abrazo:
con mi fragilidad,
con mi fortaleza,
con todo mi amor.
Soy hija de la memoria y madre de mi propio futuro.
Miro al cielo, y el cielo me responde.
Miro la tierra, y la tierra me sostiene.
Y en medio, estoy:
un corazón que late,
un cuerpo que agradece,
un alma que florece.
✨ Hoy, a los 46, no solo renazco: Abro las ventanas del mundo: que entren la risa, las flores, la poesía y la música!
Hoy me levanto, me celebro, doy gracias.
Y mientras el cielo y la tierra se inclinan,
mi corazón se alza como un tambor que resuena,
llamando a todos los que amo,
a los que me sostienen,
a los que me leen y me sienten.
Que este fuego que arde en mí alimente el tuyo.
Que mi vida, irrevocable, co-inspire la tuya.
Que juntos cantemos al universo:
Estamos vivos. Somos luz. Somos eternos.
✨ Así lo nombro.
Así lo vivo.
Así será. ✨
Ada Luz Márquez
18-09-2025
La misma edad en la que mi madre dejó este mundo.
La misma edad en la que mi padre se convirtió en un río detenido.
He caminado hasta aquí con sus huellas tatuadas en mi piel,
con sus historias latiendo en mi corazón,
y con la sombra de este número susurrándome como un presagio.
Por años temí este umbral.
Me pregunté si mi luz también se apagaría,
si mi destino estaba escrito en la sangre que heredé.
Pero hoy, al abrir los ojos, la verdad me abraza:
El cielo me regala un día más.
La vida me ha traído hasta este instante sagrado,
y en este instante, elijo florecer.
Respiro.
Y en cada respiro siento a mi madre, a mi padre, a mis ancestros.
Soy su voz que aún canta.
Soy su corazón que sigue latiendo en la tierra.
Hoy los nombro con gratitud:
Gracias mamá, papá. Gracias por cada lección que vuestra vida me dejó.
Hoy celebro a mis hijos: sus risas, sus manos, su amor que me despierta cada día.
Celebro también a mi familia, la de sangre y la que ha llegado después,
un lazo tejido con amor, tiempo y elecciones del corazón.
Celebro al gran amor que regresó, que me mira con asombro y me recuerda quién soy.
Celebro los sueños que he convertido en realidad,
cada paso valiente, cada acto que transformo en vida.
Celebro a quienes me rodean: las manos amigas, los animales que me acompañan,
el sol que me ilumina cada mañana y los ancestros que me guían.
A los 46 no me apago: renazco.
Renazco con la ternura de quien sabe que cada día es un milagro.
Renazco con la gratitud de quien entiende que nada está garantizado,
y por eso, todo es un regalo.
Hoy me abrazo:
con mi fragilidad,
con mi fortaleza,
con todo mi amor.
Soy hija de la memoria y madre de mi propio futuro.
Miro al cielo, y el cielo me responde.
Miro la tierra, y la tierra me sostiene.
Y en medio, estoy:
un corazón que late,
un cuerpo que agradece,
un alma que florece.
✨ Hoy, a los 46, no solo renazco: Abro las ventanas del mundo: que entren la risa, las flores, la poesía y la música!
Hoy me levanto, me celebro, doy gracias.
Y mientras el cielo y la tierra se inclinan,
mi corazón se alza como un tambor que resuena,
llamando a todos los que amo,
a los que me sostienen,
a los que me leen y me sienten.
Que este fuego que arde en mí alimente el tuyo.
Que mi vida, irrevocable, co-inspire la tuya.
Que juntos cantemos al universo:
Estamos vivos. Somos luz. Somos eternos.
✨ Así lo nombro.
Así lo vivo.
Así será. ✨
Ada Luz Márquez
18-09-2025
❤48❤🔥21🥰5🙏2🎉1
Ayer no sólo fue el día de mi nacimiento, también nacieron los 3 cachorritos de mi perrita Runa. Qué regalo la vida!!! 💖🙏🏽 Son tan preciosos.... 😍🥹🎁🎁🎁🐾🐾🐾
❤41😍8
"Y de repente, te das cuenta de que las pequeñas cosas importan. No éxito, no riqueza, no apariencias. Son las sonrisas inesperadas, las miradas silenciosas, los actos de bondad que calientan el corazón. En la quietud de esos momentos, encontramos el significado de la vida, algo que los mayores triunfos nunca podrán darnos".
Virginia Woolf ✨
Virginia Woolf ✨
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Mi tribu hermosa ✨
Os deseo un hermoso domingo y os mando un gran abrazo planetario "entre dos aleteos" 💞
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❤40🕊1
Auster sabía bien de qué hablaba...
El arte no es pan ni refugio inmediato, pero sin él se nos pudre el alma. No quita hambres, pero abre mundos. Es esa necesidad tozuda y eterna que nos arranca poemas, canciones o cuadros incluso en medio de la miseria. Porque sin música, sin libros, sin teatro ni cine, nos convertimos en poco más que animales famélicos. El arte es lo que nos recuerda que seguimos siendo humanos. Y sin él, morimos de otra hambre: la del espíritu.
El arte no es pan ni refugio inmediato, pero sin él se nos pudre el alma. No quita hambres, pero abre mundos. Es esa necesidad tozuda y eterna que nos arranca poemas, canciones o cuadros incluso en medio de la miseria. Porque sin música, sin libros, sin teatro ni cine, nos convertimos en poco más que animales famélicos. El arte es lo que nos recuerda que seguimos siendo humanos. Y sin él, morimos de otra hambre: la del espíritu.
❤21
Hoy la abuela Feli cumplió 90 años.
Llegué la residencia geriátrica con un pequeño tesoro entre las manos: unas cintas rescatadas de folklore de Viandar del año 1979, el mismo año en que yo nací. Cuando sonaron, dije entre risas: “estaba yo naciendo y vosotros haciendo rondas”, el espacio se iluminó de risas, y en ese instante algo se abrió: no era sólo música, era un portal de regreso... al origen de lo que somos.
En la música que traje no sólo sonaban canciones, sino también memorias dormidas, voces que llevaban décadas esperando ser llamadas entre los sueños. Al sonar, cada uno regresó a su juventud: a las rondas, a los bailes, a los abrazos de aquellos que ya no están.
El abuelo Casto, con sus 93 años, escuchó la voz de su mejor amigo Tomás en una canción que decía: “recordad, mis amigos, la amistad que hemos tenido”. Entonces lloró de pura emoción; en sus lágrimas estaba latiendo el corazón de la vida.
La música es un puente: une almas, épocas, lo perdido, lo soñado y lo que aún late. Lo que vive en nuestra memoria del alma eternamente.
Ese ratito ha sido medicina, alegría limpia, memoria compartida. La residencia se volvió hogar antiguo, lleno de calor humano, puchero en la lumbre y almirez y castañuelas sonando.
La abuela Feli, aunque su cuerpo apenas puede moverse por la artrosis, tenía los ojos encendidos como dos soles. No podía levantarse, pero la música la alzó por dentro. No podía dar palmas, pero en su pecho sonaban todos los calderos y tamboriles. Su alma danzaba en la emoción rescatada del viento lejano de su memoria.
La música no es sólo música: es raíz, es abrazo, es regreso, es puente.
Y mientras haya un latido en común, la vida siempre seguirá cantando. 🎶❤️
Llegué la residencia geriátrica con un pequeño tesoro entre las manos: unas cintas rescatadas de folklore de Viandar del año 1979, el mismo año en que yo nací. Cuando sonaron, dije entre risas: “estaba yo naciendo y vosotros haciendo rondas”, el espacio se iluminó de risas, y en ese instante algo se abrió: no era sólo música, era un portal de regreso... al origen de lo que somos.
En la música que traje no sólo sonaban canciones, sino también memorias dormidas, voces que llevaban décadas esperando ser llamadas entre los sueños. Al sonar, cada uno regresó a su juventud: a las rondas, a los bailes, a los abrazos de aquellos que ya no están.
El abuelo Casto, con sus 93 años, escuchó la voz de su mejor amigo Tomás en una canción que decía: “recordad, mis amigos, la amistad que hemos tenido”. Entonces lloró de pura emoción; en sus lágrimas estaba latiendo el corazón de la vida.
La música es un puente: une almas, épocas, lo perdido, lo soñado y lo que aún late. Lo que vive en nuestra memoria del alma eternamente.
Ese ratito ha sido medicina, alegría limpia, memoria compartida. La residencia se volvió hogar antiguo, lleno de calor humano, puchero en la lumbre y almirez y castañuelas sonando.
La abuela Feli, aunque su cuerpo apenas puede moverse por la artrosis, tenía los ojos encendidos como dos soles. No podía levantarse, pero la música la alzó por dentro. No podía dar palmas, pero en su pecho sonaban todos los calderos y tamboriles. Su alma danzaba en la emoción rescatada del viento lejano de su memoria.
La música no es sólo música: es raíz, es abrazo, es regreso, es puente.
Y mientras haya un latido en común, la vida siempre seguirá cantando. 🎶❤️
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