La obediencia a Dios se puede cobijar bajo uno de los siguientes 3 niveles: obligación, necesidad, deleite.
Los obligados podrían considerarse los "niños en la fe" que, a regañadientes, cumplen lo que el Padre les ordena. Protestan y actúan en contra de su voluntad y de lo que les dicta su corazón, pero lo hacen porque aman al Padre y saben que es lo correcto. Son como el hijo rebelde de la parábola, como Pedro lanzando la red a la derecha aunque sabía que no había peces, o como Naamán, el sirio, que se sumergió siete veces en el Jordán.
Luego vienen los necesitados, también conocidos como los pragmáticos. Son personas sinceras y razonables que han comprendido que les conviene obedecer los mandamientos y ordenanzas de Dios. Usan constantemente los medios de gracia porque obtienen un beneficio que les sirve tanto en esta vida como en la eternidad. Este es un nivel más maduro e intelectual de obediencia. Aquí está Pedro pidiendo que se le laven no solo los pies, sino también las manos y la cabeza. Apolos, a pesar de su entendimiento intelectual y parcial de las Escrituras y el Evangelio, no dejaba de enseñar y obedecer lo que Dios demandaba del hombre. Incluso ese eunuco, después de entender el Evangelio, no dudó en pedir ser bautizado.
Pero lo más importante es obedecer por deleite. Es tener el espíritu del salmista que escribió el Salmo 119, meditando y deleitándose en su ley día y noche. Cuando no hay para ti bien fuera de Él, y fuera de Dios no deseas nada más en la tierra. Cuando Tu gozo supera al de ellos cuando abundaban sus ganancias y tesoros mundanos, porque sabes que tienes al Espíritu Santo morando en ti. Aunque conoces todos los beneficios y la obligatoriedad de los estatutos de Dios, obedeces porque te gusta. Así como se encuentra placer en otras actividades que quizá no generan un beneficio directo, pero producen gozo, es imposible dejar de hacerlas porque has encontrado verdadero gozo en ellas y se hacen parte de ti.
EN este último nivel eres indetenible. Indetenible como María Magdalena quebrando su frasco de alabastro para ungir los pies del Maestro, o como el dulce cantor de Israel al entrar en los atrios del Señor, o el de Pedro y Juan que, aun siendo azotados, siguieron predicando y se gozaban porque estaban sufriendo los mismos padecimientos que su Señor.
Quisiera que nos examináramos a nosotros mismos y ubicáramos nuestro corazón en alguno de estos 3 niveles, porque los mandamientos de Dios no son gravosos al hombre y en su Presencia hay plenitud de gozo, delicias a su diestra por siempre y para siempre. Deleitémonos así mismo en YHWH y Él nos concederá las peticiones de nuestro corazón. Sea cual sea nuestra condición, no importa si por obligación, necesidad o deleite, pero lo que se nos demanda es que obedezcamos al Señor y vivirá nuestro corazón.
@comienza_tu_dia
Los obligados podrían considerarse los "niños en la fe" que, a regañadientes, cumplen lo que el Padre les ordena. Protestan y actúan en contra de su voluntad y de lo que les dicta su corazón, pero lo hacen porque aman al Padre y saben que es lo correcto. Son como el hijo rebelde de la parábola, como Pedro lanzando la red a la derecha aunque sabía que no había peces, o como Naamán, el sirio, que se sumergió siete veces en el Jordán.
Luego vienen los necesitados, también conocidos como los pragmáticos. Son personas sinceras y razonables que han comprendido que les conviene obedecer los mandamientos y ordenanzas de Dios. Usan constantemente los medios de gracia porque obtienen un beneficio que les sirve tanto en esta vida como en la eternidad. Este es un nivel más maduro e intelectual de obediencia. Aquí está Pedro pidiendo que se le laven no solo los pies, sino también las manos y la cabeza. Apolos, a pesar de su entendimiento intelectual y parcial de las Escrituras y el Evangelio, no dejaba de enseñar y obedecer lo que Dios demandaba del hombre. Incluso ese eunuco, después de entender el Evangelio, no dudó en pedir ser bautizado.
Pero lo más importante es obedecer por deleite. Es tener el espíritu del salmista que escribió el Salmo 119, meditando y deleitándose en su ley día y noche. Cuando no hay para ti bien fuera de Él, y fuera de Dios no deseas nada más en la tierra. Cuando Tu gozo supera al de ellos cuando abundaban sus ganancias y tesoros mundanos, porque sabes que tienes al Espíritu Santo morando en ti. Aunque conoces todos los beneficios y la obligatoriedad de los estatutos de Dios, obedeces porque te gusta. Así como se encuentra placer en otras actividades que quizá no generan un beneficio directo, pero producen gozo, es imposible dejar de hacerlas porque has encontrado verdadero gozo en ellas y se hacen parte de ti.
EN este último nivel eres indetenible. Indetenible como María Magdalena quebrando su frasco de alabastro para ungir los pies del Maestro, o como el dulce cantor de Israel al entrar en los atrios del Señor, o el de Pedro y Juan que, aun siendo azotados, siguieron predicando y se gozaban porque estaban sufriendo los mismos padecimientos que su Señor.
Quisiera que nos examináramos a nosotros mismos y ubicáramos nuestro corazón en alguno de estos 3 niveles, porque los mandamientos de Dios no son gravosos al hombre y en su Presencia hay plenitud de gozo, delicias a su diestra por siempre y para siempre. Deleitémonos así mismo en YHWH y Él nos concederá las peticiones de nuestro corazón. Sea cual sea nuestra condición, no importa si por obligación, necesidad o deleite, pero lo que se nos demanda es que obedezcamos al Señor y vivirá nuestro corazón.
@comienza_tu_dia
❤3