“Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte”. 1 Juan 3:14 NVI

Por favor… para que no caigas en confusión, olvida ya mismo esa clase de amor que has leído en los libros rosados o visto en las telenovelas de la televisión. Aquí no se habla de amor romántico, ni tampoco de ese que es fruto de emociones o sentimientos, por mejor intencionados que estos sean. El amor de Dios que sus hijos (los hermanos) deben prodigarse unos a otros, es aquel que tiene la conciencia clara y contundente de formar parte de un mismo reino, donde todos aportan lo suyo para un objetivo común y donde nadie se proyecta planes particulares fruto de, también, ambiciones personales (dinero, poder, posición) y para eso usa a veces a los demás. Amar a tu hermano es como decirle… aquí estoy contigo hasta las últimas consecuencias porque tú y yo hemos sido destinados a la misma victoria.

Amén.
“Conforme a lo que habían oído, al amanecer entraron en el templo y se pusieron a enseñar. Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus partidarios, convocaron al Consejo, es decir, a la asamblea general de los ancianos de Israel, y mandaron traer de la cárcel a los apóstoles. Pero al llegar los guardias a la cárcel, no los encontraron. Así que volvieron con el siguiente informe: Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas; pero cuando abrimos, no encontramos a nadie adentro”. Hechos 5:21-23 NVI

Quiero que por un momento te sitúes en esta escena, abandones la idea de algo muy viejo, muy antiguo y casi novelesco para un día de entretenimiento eclesiástico, y pases a imaginarla de un modo actual y en tiempo presente. Una serie de individuos de los que nadie del ambiente cristiano conoce demasiado, como no sea algunas opiniones fundadas o no muy adversas respecto a ellos, una noche se meten en el templo de tu iglesia y, a la mañana bien temprano, arman una especie de clase bíblica donde enseñan asuntos que, en muchos casos, se oponen directamente a lo que se enseña en el lugar. Cuando llega el pastor y su gente, obviamente, los denuncian y la policía se los lleva presos. Sin embargo, cuando los mandan a buscar para interrogarlos, descubren que, de un modo aparentemente sobrenatural, han desaparecido. ¿Nos está diciendo esto que Dios estaba detrás y en respaldo de ese acto que hoy, cualquier miembro de cualquier iglesia evangélica tradicional consideraría como un delito? Sólo piensa.

Amén.
“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren”. 2 Corintios 1:3, 4 NVI

El término consolación está inscripto en los diccionarios como la acción y efecto de consolar. Y el consuelo, que es el resultado de esto, como el descanso y alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo. Ahora bien, aquí se nos dice que Dios es exactamente eso. ¿Querrá decir esto que, si alguien no acude al Dios Todopoderoso y Majestuoso en búsqueda de ayuda o alivio, seguirá padeciendo de cosas que tienen que ver con una enorme pena, una tremenda molestia o un llamativo cansancio que nos produce una enorme aflicción y no menos opresión? Eso es exactamente lo que quiero decirte. Porque, a toda esa suma descripta, Dios le llama pecado. Y el pecado es una puerta abierta a la acción de demonios comandados por Satanás. Y ellos pueden producir en tu vida, entre otras cosas, precisamente opresión.

Amén.
“Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud”. Gálatas 5:1 NVI

Hay mucha gente que se pierde de la libertad que Dios tiene para ellos simplemente porque están huyendo de sus adversarios. Corren de los retos o dificultades, se conforman en donde están. Sé que a veces es difícil confrontar nuestros retos para tomarnos de la libertad. Pero creo que es aún más difícil correr de nuestros retos que enfrentarlos y encararlos. Cuando confrontas tus retos, solo será pon una temporada. Pero si vives toda tu vida huyendo de tus retos, nunca van a desaparecer. Decide a pararte firme en las promesas de Dios. Declara su palabra en tu vida. Pídele a Dios sabiduría y dirección para encarar esas dificultades y así puedas vivir en la libertad que él tiene para ti.

Amén.
“Por tanto, sépalo bien todo Israel que, a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías. Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: --Hermanos, ¿qué debemos hacer? --Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados --les contestó Pedro--, y recibirán el don del Espíritu Santo”. Hechos 2:36-38 NVI

No puedo ahondar en un a enseñanza profunda en este pequeño espacio destinado a una breve reflexión diaria, antes de comenzar el día, partiendo con un desayuno espiritual que te permita arribar a la hora del almuerzo sin hambre. El bautismo en el nombre de Jesucristo se enfrenta, teológicamente, con el otro sugerido en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que algunos sugieren que fue añadido por el catolicismo romano. De todos modos, bautizarse es sumergirse, y si bien puede ser en agua, también puede ser en la presencia del Señor. Si se hace eso, en lo íntimo, personal y efectivo, entonces Dios enviará uno de sus dones más preciados a nuestras vidas: el don del Espíritu Santo. Que no es ni don de lenguas, ni don de profecías, ni don de sanidad ni don de milagros, aunque los incluya si quiere. El don del Espíritu Santo es el de manifestar todo el poder de Dios en tu vida.

Amén.
“Todos los reyes de las naciones reposan con honor, cada uno en su tumba. Pero a ti, el sepulcro te ha vomitado como a un vástago repugnante. Los que murieron a filo de espada, los que bajaron al fondo de la fosa, te han cubierto por completo. ¡Pareces un cadáver pisoteado! No tendrás sepultura con los reyes, porque destruiste a tu tierra y asesinaste a tu pueblo”. Isaías 14:18-20 NVI

Esto forma parte de lo que se denomina profecía contra Babilonia. Más allá de la ciudad antigua regida en la historia bíblica por el rey Nabucodonosor, Babilonia es hoy a todas luces, la tipología más contundente sobre la iglesia falsa, la iglesia paralela, aquella que se viste de fiestas y oropeles pero que no tiene absolutamente nada que ver con Dios, con su voluntad y con su propósito. Y de ella es que se dice todo esto. Su caída es inminente. Es más, ya ha comenzado. De manera imperceptible primero, con rigurosidad de cumplimiento luego. El problema, después de todo, no es Babilonia, ya que sus moradores saben muy bien lo que les espera porque no son desconocedores de lo profético. El problema radica en los genuinos que por imperio de diversas circunstancias hoy habitan en ella. ¿Caerán también? Todo hace presuponer que sí. Que la misericordia del Señor los alcance y los ponga a salvo, a todos los que no desean desobedecer sus mandatos.

Amén.
“Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto”. Mateo 5:48 NVI

Vamos a ver el contexto en que está inserto este verso, ya que si no lo hacemos, caeremos en el mismo error que han caído tantos y tantos profesores de teología en tantos y tantos prestigiosos seminarios… hacer suponer a la gente que Dios pretende de nosotros una perfección acorde con lo que la palabra del idioma español significa. Sin errores, impecable, inmaculado. El análisis y estudio de esta palabra a partir del texto que da cuenta que vamos a la búsqueda de “la estatura del varón perfecto”, nos muestra que, cuando Dios habla de perfección, con respecto a la creación humana que él mismo produjo, está queriendo decir madurez. La estatura del varón maduro para ganar a las naciones. Ser maduros en Cristo tal como Dios es maduro en su propia esencia.

Amén.
“Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes en una forma santa, justa e irreprochable”. 1 Tesalonicenses 2:10 NVI

Este de hoy es un mensaje esencialmente dedicado y destinado a todos los que piensan, creen, suponen, sospechan o simplemente desean ser protagonistas del trabajo de un ministerio del Señor. Sin discriminaciones de ninguna naturaleza. Seas de la nacionalidad que seas, de la raza que seas, del color de piel que seas, de la cultura que seas, de la formación profesional que seas y del idioma que hables, este mensaje es para ti. Léelo, reflexiónalo, medítalo largamente y si lo aceptas, lo crees y lo das como de origen divino, pues entonces ya mismo lo pones por obra y yo te aseguro que tu ministerio hará sentir enorme alegría a Dios. ¿Cuál es el texto? Perdón, ya lo has leído más arriba, de la pluma de Pablo. Bastará con que puedas decir, como él lo dijo: “Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes en una forma santa, justa e irreprochable”. 1 Tesalonicenses 2:10 NVI

Amén.
“Escribe, pues, lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá después”. Apocalipsis 1:19 NVI

¡Que fácil se lee esto! ¡Que sencillo resulta pasar por este texto y seguir con lo que viene luego! ¿Pero alguien se ha preguntado, en algún momento, como hizo Juan para aceptar esto tan… fantasioso que se le proponía? Porque mira lo que le dice: Primero, que escriba lo que ha visto, luego que haga lo mismo con lo que ve, es la primera vez que el Señor le ordena a uno de sus discípulos que escriba algo que vio o ve, los otros lo hicieron por inspiración indirecta. Pero luego, directamente entra dentro de lo que para el hombre natural es no sólo ilógico, sino también muy problemático, porque le ordena escribir lo que sucederá. ¿Juan sabría lo que iba a suceder? obvio que en ese momento no, pero basto que dijera: - Amén, aquí voy. Y la revelación le fue dada al instante. Así es como funciona. Nada que ver con enviar una ofrenda por correo y esperar en el retorno una palabra profética. Eso es mercadería en la iglesia… ¿comprendido?

Amén.
“No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna”. Gálatas 6:7, 8 NVI

Cuando somos niños nuestras preocupaciones son relativamente pocas y aun en circunstancias de dificultad, económica o familiar, los niños siempre demuestran optimismo y siempre hay un brillo de esperanza en sus ojos… producto de su inocencia. En la adolescencia las cosas van cambiando y las responsabilidades aumentan y es el momento de decisiones difíciles la cuales pueden ser buenas... o malas. En la juventud, ya ponemos todo nuestro empeño a proyectar nuestra vida, ya sea una vida responsable o una irresponsable entregada a los placeres y distracciones de este mundo. Ya en la madurez, estamos marcados por las decisiones, tomadas y comenzamos a darnos cuenta de nuestros errores y aciertos, pero aún seguimos con la forma de vida que nos hemos propuesto. Pero en la vida de todo ser humano llega el momento de mirar atrás. Tarde o temprano nos daremos vuelta y miraremos los años pasados y que fue de nuestra vida en ellos. Vendrán momentos agradables a nuestra memoria, pero también vendrán nuestras tristezas y nuestro sabor amargo por lo general es más persistente que los buenos recuerdos. Y viene la pregunta a nuestra mente. ¿Qué es lo que he sembrado? La Biblia nos dice que hay dos tipos de semilla... la que se siembra para nuestra carnalidad y la que se siembra para el espíritu. Sembrar para la carne es muy fácil. Vivir una vida ignorando a Dios y haciendo nuestra voluntad es sembrar para la carne. Vivir a nuestro antojo sin temor de un Dios, al cual de temprana edad lo hemos aislado fuera de nuestro círculo de vida. Es sembrar para la carne. Y luego que hemos vivido lo suficiente. Miramos que creció en nuestra vida esa semilla que sembramos. Y vemos solo infelicidad, tristeza, pecados y amarguras. Y por últimos vemos que el fin de esa cosecha es corrupción o sea, la muerte espiritual. Por lo general hay dos tipos de decisiones la cual toma el ser humano luego de mirar hacia atrás y ver que no hay un provecho espiritual.

1. Trata de recuperar el tiempo perdido sembrando aún más para la carne (buscando refugio, en las cosas de este mundo para distraerse).
2. Recapacitando y volviendo a Dios para empezar una nueva vida en cristo.

Dios le da la oportunidad a todo ser humano, que se arrepienta, tenga la edad que tenga, y busque a Cristo como el salvador de su vida. Quizás la cosecha de nuestra vida sin Dios ha sido desastrosa, pero en Jesús tenemos una nueva oportunidad. Tenemos la oportunidad de empezar a sembrar para el espíritu. Arrepintámonos de nuestros pecados. - Dios perdóname por haber vivido lejos de ti y por haber llevado una vida la cual no dio fruto, no tengo una cosecha buena en la cual alegrarme, pero a pesar de todo invoco Señor tu perdón, creo que la sangre de Cristo puede limpiar mi corazón sucio y hacerlo nuevo, quiero comenzar Señor una vida nueva, quiero sembrar ahora para ti, quiero sembrar para tu Espíritu y no para mi carne. Si eres sincero(a) Dios te oirá. Nunca es tarde para arrepentirse. Dios hace tiempo que viene esperando el momento de tu arrepentimiento. ¿Qué cosecharas si lo haces? la vida eterna. Hoy puedes empezar una nueva siembra. Una nueva siembra en Cristo. ¿Qué opinas?

Amén.
“Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Corintios 1:8 NVI

¿En cuantas ocasiones te has preguntado si tendría Dios, hoy, acaso, algo para reprocharte? Seguramente y al igual que la mayor parte de los cristianos sinceros, rectos e íntegros, en muchas. Y si bien esto podría indicar alguna clase de desconocimiento de las formas de justicia que Dios mueve, deja en evidencia en otro sentido, un enorme deseo de agradarle, lo que implica lisa y llanamente lo que se conoce como “temor de Dios”. Bien, hoy tengo una buena noticia. Si te refugias permanentemente y en cada milímetro que camines en esta tierra en la persona de Jesucristo, dice aquí que él mismo será quien te mantenga firme, que es quizás lo más complicado que el creyente afrontará durante toda su vida de fe.

Amén.
“Como no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba Esteban, instigaron a unos hombres a decir: Hemos oído a Esteban blasfemar contra Moisés y contra Dios”. Hechos 6:10, 11 NVI

Claro, tú lees esto e inmediatamente te preguntas: ¿Y quién, a la vista de todo lo que Dios hacía por mano de Esteban, iba a creer tamañas mentiras? Simple respuesta: todos aquellos que tuvieran deseos o intereses para decidir creerlas. Y los había por centenares. Como también los habría hoy, reunidos en torno a mesas de consejos o convenciones dirigenciales, puestas a criticar y procurar desarticular el crecimiento de hombres anónimos y desconocidos que producen impacto en la gente a partir de sus vidas intachables, sus muestras de amor sobrenatural. Y para conseguirlo, no vacilarían en armar causas falsas tal como estos lo hicieron contra Esteban. No podemos olvidar ni omitir que la injuria y la calumnia son elementos que andan de extremo a extremo del planeta, pero tienen su punto cumbre dentro de lo que hoy llamamos la iglesia.

Amén.
“El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré del maná escondido, y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que sólo conoce el que lo recibe”. Apocalipsis 2:17 NVI

Es indudable que hay mucho para hablar en torno a este pasaje. Pero en estas pequeñas evidencias que cotidianamente entregamos al pueblo de Dios para su fortalecimiento y crecimiento, debemos elegir aquello que Dios quiera decirle en este tiempo, momento y espacio a sus hijos. Y aquí vamos a quedarnos con la primera expresión de Jesús que -digamos de paso- no es la única vez que la utiliza. “El que tenga oídos, que oiga… ”. Apocalipsis 2:17 NVI ¿Habla de nuestra capacidad auditiva? Salvo aquellos hipoacúsicos por diferentes enfermedades, el resto gozamos medianamente de buen oído. Entonces ¿por qué habrá dicho esto? Porque oídos espirituales para entender los principios que están encerrados en las palabras literales, no los tienen todos. Sólo los que se dejan guiar por el Espíritu Santo y han entregado sus vidas a Jesucristo de una manera genuina, sincera y real y no simulada, declamada o hipócrita.

Amén.
“cuídate de no olvidarte del SEÑOR, que te sacó de Egipto, la tierra donde viviste en esclavitud”. Deuteronomio 6:12 NVI

Cuando Israel vagaba sin rumbo a través del desierto y no sabían de donde iba provenir su siguiente comida, Dios sabía que su supervivencia dependería del recuerdo de lo que el había hecho por ellos en el pasado. Él les dijo que tuvieran cuidado de no olvidar. También los amonestó para que compartieran con las futuras generaciones, como él los había liberado de la esclavitud en Egipto. Hoy en día, como los hijos de Israel, nosotros debemos recordar siempre lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado, para así poder sobrevivir en los momentos difíciles que pudiera haber en el futuro. Como los hijos de Israel, nuestro Dios nos ha liberado de la esclavitud y desea que nunca nos olvidemos de ese regalo. ¿Cuál podría ser nuestro motivo para seguir diariamente a Dios? ¿Como podemos sobrevivir cuando las paredes de nuestro mundo se están derrumbando? Simplemente recordando que Dios nos amó lo suficiente para enviar a su único Hijo para sufrir la tortura más grande en la historia y dándonos cuenta de que, si él hizo tan increíble hazaña por nosotros, ciertamente cumplirá su promesa de cuidarnos en los tiempos difíciles. Un cristiano maduro es aquel que llega a una etapa en su vida en que se da cuenta que, sin importar lo que le pueda suceder, Dios cuidará de él. Esa actitud se encuentra en experiencias en las que Dios se manifestó en nuestras vidas. Ya sea nuestra salvación, un entendimiento profundo de lo que Jesús hizo por nosotros, o un recuento de lo que Dios ha hecho recientemente en nuestras vidas -es importante recordar estas experiencias. ¡No caigas en la misma trampa que los Israelitas! Nunca olvides lo que Dios ha hecho por ti y la asombrosa libertad del pecado que él misericordiosa y libremente te ha dado. ¡Camina hoy recordando a Cristo!

Amén.
“Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día”. Daniel 6:10 NVI

La historia del joven Daniel es muy poderosa. Un joven que fue perseguido en gran manera por su fe y determinación de serle fiel a Dios. Dios lo guardó durante todo el tiempo en que Nabucodonosor fue rey. Y ahora Daniel enfrentaría nuevos desafíos y pruebas bajo el reinado del nuevo rey, Darío. La Biblia nos dice que Darío era un buen amigo de Daniel, lo quería mucho y sobre todo, respetaba a Daniel y a su Dios. Sin embargo, otros oficiales del gobierno odiaban a Daniel y a su pueblo. Ellos buscaban cualquier manera para destruir a este joven, pero no hallaban falta alguna en su personalidad. Tampoco podían acusarle en cuanto a sus responsabilidades dentro del gobierno, porque Daniel era fiel en todo y Dios le había prosperado en gran manera. Sin embargo, encontraron una manera, que a su parecer, sería la destrucción de Daniel. Babilonia era una nación pagana en gran manera y Daniel era un servidor del único y verdadero Dios, Jehová. Estos oficiales vieron en esto una ventaja para destruir al joven hebreo. Engañaron a Darío y lo hicieron firmar una ley que prohibía la adoración a otros dioses. La ley de Babilonia reconocía la adoración al rey como la única religión oficial del imperio. Esta ley iba a perjudicar a Daniel, ya que el adoraba a Jehová. Daniel no tenía planes inmediatos para cambiar su relación con Dios. Daniel no se escondió para servir a Dios. Sabía que servir a Dios era peligroso para su vida, pero no se escondió. Abrió las ventanas de su casa y adoró a Jehová como solía hacerlo antes de la nueva ley. Por causa de la nueva ley, Daniel fue arrestado y lo tuvieron que echar a un foso de leones hambrientos. Como era de esperarse, Darío se entristeció en gran manera. Comprendió que aquella ley que él mismo había firmado perjudicaría a un hombre inocente a quien él amaba y respetaba. Sin embargo, la ley de Media y de Persia no podía ser abrogada, ni siquiera por el mismo rey. La historia nos dice que Dios libró a Daniel de aquellos leones. ¡Dios no permitió que Daniel sufriera daño alguno! Una vez más quedó comprobado que el Dios de aquel hebreo era el verdadero Dios de los cielos y la tierra. Aquí hay una bella lección para nosotros… sirvamos a Dios libremente, sin escondernos. Tenemos que entregarnos completamente a Dios, aunque nuestra vida se vea en peligro. Dios nunca abandona a sus hijos.

Amén.
“El SEÑOR le preguntó a Caín: — ¿Dónde está tu hermano Abel? — No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?”. Génesis 4:9 NVI

Quizás una de las cosas que más duele ver en el evangelio es cuando un hermano muy querido por nosotros se regresa al mundo.

Las razones por las que muchos regresan al mundo son muchas, desde querer satisfacer los deseos carnales, hasta el descuido espiritual o pastoral de una persona.

Ahora bien…

¿Será que es solo responsabilidad del pastor el cuidar de las personas que se congregan en nuestras iglesias?

Sinceramente te digo que no, recuerda que todos nosotros somos un solo cuerpo y por ende tenemos que velar el uno por el otro.

¿Cuántos de nosotros hemos visto como nuestro hermano se está alejando poco a poco del evangelio y no hemos hecho nada?

¿Estará bien quedarse con los brazos cruzados, mientras la gente se regresa al mundo?

Definitivamente no.

Pero…

¿Qué estás haciendo tú para evitar que tu querido hermano se aleje de los caminos de Dios?

Imagínate por un momento una escena bíblica, donde el protagonista eres tú, con el papel de Caín y de repente viene Dios y te dice...

- ¿Dónde está tu hermano?

¿Qué le contestarías?

- ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

En pocas palabras…

¿Qué tengo que ver yo con, donde este o como se encuentra?

El problema de muchos en las iglesias es que son muy individualistas, es cierto que la salvación es personal, así como también la relación que mantenemos con el Señor, pero parte de mantener una comunión continua con Dios es el velar porque el cuerpo de Cristo este sano.

Es hora de ir a buscar a aquel hermanito que no está llegando a tu congregación.

Es hora de restaurar a aquel que ves caído.

Es hora de ir a visitar a la hermanita enferma o que está pasando por duros momentos, ese es el verdadero evangelio, esa es la verdadera hermandad.

¿Para qué decirle a alguien hermano, sino lo amas como tal?

Ve y busca al caído.

Ve y busca al desanimado.

Ve y busca al afligido, o esperaras que venga el Señor y te diga…

- ¿Dónde está tu hermano?

Dios quiere que actuemos como verdaderos hermanos, más allá de cualquier excusa, tenemos que comenzar a actuar con hermandad genuina.

Amén.
“Dame, pues, la región montañosa que el SEÑOR me prometió en esa ocasión. Desde ese día, tú bien sabes que los anaquitas habitan allí, y que sus ciudades son enormes y fortificadas. Sin embargo, con la ayuda del SEÑOR los expulsaré de ese territorio, tal como él ha prometido”. Josué 14:12 NVI

Caleb es un hombre gigante que tuvo que convivir en un personaje superlativo.

Y Josué, el gran conquistador, parece que opaca la trayectoria de este soldado valiente y ejemplar.

Se le menciona pocas veces en la Biblia, pero cada vez que lo nombra, tiene una participación de lo mejor.

Fue uno de los 12 espías que envío Moisés a la tierra prometida y el único que con Josué, eligieron entrar y pelear contra los gigantes, en lugar de huir con miedo.

Fue el único, con Josué, de toda esa generación que entró en la tierra prometida.

Todo el resto murió por su desconfianza.

Solamente entraron los niños, Josué y Caleb.

Eran los únicos de más de 40 años.

Tras 5 años de luchas y conquistas, todos estaban cansados y querían ir a su casa para descansar y comenzar una nueva vida de tranquilidad y sociabilidad.

Todos ansiaban la repartición de la tierra.

Y cuando lo están haciendo.

Caleb se levanta y hace su pedido.

Por su trayectoria e importancia, seguramente le iban a dar lo que pidiera.

El merecía más que ninguno la mejor porción de tierra.

Quizás todos estaban buscando la llanura más fértil y segura, con los mejores ríos y árboles o alguna ciudad edificada y confortable.

Lo que Caleb pide, sorprende a todos.

Él quería el monte que Dios le había prometido.

Un monte en el que vivían los gigantes de Anac.

Y que prometía más guerras y luchas.

Merecía el descanso tanto o más que el resto.

Y si no decía nada, iba a recibir una hermosa heredad, muy pacífica.

Pero reclama lo que le habían prometido.

Caleb, con 85 años, eligió seguir peleando cuando los más jóvenes ya estaban cansados.

Y sacó fuerzas y peleó y volvió a ganar.

En estos días tan grises, cuando hay tanto conformismo, cuando es tan común bajar los brazos y rendirse, cuando falta quien levante la cabeza y con orgullo quiera continuar, es muy bueno recordar a este hombre magnífico.

Un ejemplo de fuerza y lucha, un ejemplo de perseverancia, un ejemplo a imitar.

Que hoy puedas ser como Caleb.

Un gran hombre, que supo sacar fuerzas y continuar con su lucha.

¡Sólo los grandes hombres dejan grandes marcas!

Amén.
“En fin, hermanos, alégrense, busquen su restauración, hagan caso de mi exhortación, sean de un mismo sentir, vivan en paz. Y el Dios de amor y de paz estará con ustedes. Salúdense unos a otros con un beso santo”. 2 Corintios 13:11, 12 NVI

Es tan amplio este texto que mayoritariamente, su utilización, interpretación y puesta en vigencia estará relacionada con lo que se considera más importante.

Se hablará de la restauración, se hablará de la exhortación paulina, se hablará del Dios de amor y del Dios de paz.

Y también se dirá y se enseñará que, haciendo lo expresado, ese Dios estará junto a nosotros.

Todo eso es verdad y se ha enseñado y predicado en sermones no menos de mil veces.

Pero, pregunto…

¿Alguna vez oíste un mensaje sobre el beso santo?

Quizás alguien lo haya traído al cuerpo alguna vez, no lo sé, yo jamás lo oí.

Y es importante…

¿Sabes por qué?

Por la gran mayoría de los besos fraternales que se dan y se reciben en la salida de los templos, sea quien fuere que los da y sea quien fuere que los recibe, suelen no ser del todo santos.

¿Te parece exagerado?

Mejor así, eso habla bien de ti.

Pero no quita que sea cierto.

Amén.
“Y dijo Dios: ¡Que exista el firmamento en medio de las aguas, y que las separe!”. Génesis 1:6 NVI

Es la creación.

Ese maravilloso relato en el cual tantas veces y en tantos diferentes tiempos de nuestras vidas nos hemos deleitado.

El mismo relato que en muchos casos ha logrado hacer volar nuestras imaginaciones hasta lo indecible e inexplicable.

Y es, precisamente y por todas estas cosas mencionadas y aún todas aquellas que no mencionamos pero que seguramente tú habrás vivido, que no le prestamos más atención que la que se le presta, precisamente, a un relato.

Y así lo oímos, lo memorizamos y lo enseñamos como si fuera una grabación fiel.

A nadie se le ocurriría preguntarse cómo es que pudo Dios en lo natural, crear un cielo a partir de las aguas, ya que eso es lo que nos muestra el relato.

Pide en oración luz para que Dios te lo revele, porque hay un motivo regio detrás de esa creación tan singular.

¿Creías que te lo iba a explicar?

¡No!

¡Esa es tu tarea!

Amén.
“Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y, en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles”. Hechos 5:1, 2 NVI

Esto es historia verídica de la iglesia primitiva y tú eres dueño de interpretarla como se te ocurra, pese a que ya sabes que no está permitido en el evangelio interpretar las escrituras de modo privado o personal.

Sólo quiero llevarte al hoy, independientemente de lo que tú pienses, creas o entiendas con relación a las ofrendas, los diezmos y todo eso que mueve dinero en los ambientes cristianos y que tanto dolores de cabeza ha traído a los unos y los otros con relación a los fraudes, los abusos y las corrupciones que todos hemos visto o vivido.

¿No existen hoy, en pleno siglo veintiuno, hermanos que partidarios del diezmo, sin embargo falsean sus ingresos para dejar en evidencia en sus congregaciones que lo que están diezmando es lo correcto, cuando la verdad es que se quedan con un determinado porcentaje que no desean llevar a la iglesia?

Pregunto: ¿Para qué lo hacen?

¿De verdad esperan que Dios bendiga algo así?

Reitero: no estoy discutiendo ni opinando respecto a la legalidad o ilegalidad actual del diezmo, estoy describiendo una situación que, para mi gusto, por lo menos es insólita y hasta incoherente.

Amén.
2024/05/03 12:02:15
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