En 2016, pescadores filipinos encontraron un yate a la deriva llamado Sayo. Dentro, el cuerpo momificado de su capitán, Manfred Fritz Bajorat, un marinero alemán con más de 20 años de experiencia y medio millón de millas náuticas recorridas. Estaba sentado frente al radioteléfono, como si aún intentara pedir ayuda.
Bajorat había perdido a su esposa años antes y decidió pasar el resto de su vida navegando en soledad. Murió de un infarto, pero el calor, el viento y la sal marina preservaron su cuerpo de forma natural, convirtiéndolo en una especie de guardián del mar.
Junto a él hallaron una carta para su esposa Claudia, donde le escribía: “Te has ido antes que yo, pero te alcanzaré pronto…”. Su historia quedó como un recordatorio poético y triste de la soledad, el amor y el poder implacable del océano.
Bajorat había perdido a su esposa años antes y decidió pasar el resto de su vida navegando en soledad. Murió de un infarto, pero el calor, el viento y la sal marina preservaron su cuerpo de forma natural, convirtiéndolo en una especie de guardián del mar.
Junto a él hallaron una carta para su esposa Claudia, donde le escribía: “Te has ido antes que yo, pero te alcanzaré pronto…”. Su historia quedó como un recordatorio poético y triste de la soledad, el amor y el poder implacable del océano.